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sábado, 22 de febrero de 2020

LA FAPE MIRÓ PARA OTRO LADO EN 2014.

Lo de Cataluña y los medios tiene un punto de inflexión en 2014. 


El caso que voy a tomar no sólo es relevante por protagonizar otro nuevo escándalo reciente de corrupción sino por todo lo contrario, si se me permite comenzar enmarañando este primer trabajo de comunicación nacional y política.

¿A qué se puede deber que prefiera empezar el texto aludiendo a la duda de si se trata de un caso de corrupción o no?
La respuesta es tan clara como las pruebas que adjunto en el Anexo I y que, en orden cronológico, ayudan a hacernos dudar hasta de nuestras propias certezas. A saber,

El día 28 de octubre de 2014, el diario El Mundo publica el número de cuenta del alcalde de Barcelona a modo de titular, donde, con toda la certeza que puede proporcionar el verbo ser en presente de indicativo, se atreven a asegurar en la entradilla que “Éste es el número de la cuenta suiza de Xavier Trías en la que estaban los 12.986.730,80 euros que fueron transferidos a Andorra en febrero de 2013”.[1]


En el cuerpo de esta noticia se abunda en la seguridad de las fuentes y en la pericia periodísticas con afirmaciones como “Los investigadores no tienen dudas”, “Las Fuerzas de Seguridad del Estado tratan ahora de constatar si el alcalde de Barcelona escondía fuera de España casi 13 millones de euro.” Y “Según fuentes financieras, se trata de otras tres o cuatro cuentas en las que hay saldos de alrededor de 200.000 euros en algunas de ellas”.

De esta primera publicación podemos extraer varios asuntos que nos llaman poderosamente la atención. Resulta sorprendente que los investigadores no tengan dudas mientras las Fuerzas del estado estén tratando de constatar lo publicado y las fuentes financieras no sepan si son tres o son cuatro las cuentas con cantidades cuantificadas con vaguedad con el término “alrededor de”.



En este primer día de los acontecimientos que estamos estudiando podemos recordar el principio general primero de la FAPE donde recuerda que “El Periodista actuará siempre manteniendo principios de profesionalidad (...)”. Poco profesional parece ser aquel que puede afirmar con rotundidad lo que sus propias fuentes no son, hasta este momento, capaces de sostener, es decir, las fuentes no precisan porque no tienen constatado hasta los últimos términos pero los periodistas sí.
Para terminar con esta primera noticia recordemos el principio quinto de la FAPE sobre que el periodista debe asumir el principio de que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario. ¿Asumen los periodistas esta regla de oro cuando llegan a escribir que “Para Trías, Suiza no es precisamente un país desconocido”?



Según los principios de Newton, a toda acción le corresponde una reacción de igual valor pero de sentido contrario a la acción original. Así sucedió en la noticia recogida por El Mundo al día siguiente[2]. En un acto para la campaña del “9N”, Trías ataca a las fuentes poniendo en tela de juicio su credibilidad con una expresión sencilla y meditada: “Les he dicho que me digan en qué banco están los 13 millones porque iré corriendo”. En esta noticia, el medio se limita a trasladar la opinión del político sin entrar en valoraciones personales ni aludir a comparaciones que puedan resultar perjudiciales para Trías. Esta noticia viene firmada por un periodista ajeno al trío de investigadores que protagonizaron la primera de las noticias fechadas un día antes. Esto es relevante dado que le confiere una reputación profesional bien distinta de los “avezados” investigadores.

Tres días después del inicio de esta historia, el alcalde de Barcelona presenta un certificado bancario que asegura que no dispone de ninguna cuenta en la entidad suiza desmintiendo rotundamente la información publicada por El Mundo en su edición del día 28 de octubre[3]. Esta prueba escrita hace tambalear  los principios generales de la FAPE, presuntamente “asumidos” por los investigadores pero, en la práctica, no llevados a cabo. En peligro se encuentran la honestidad, la ética, el tratamiento informativo evitando la intromisión gratuita en la intimidad de las personas y otros tantos preceptos que, a raíz de esta prueba física, parecen confluir en que el celo profesional y el rigor han estado ausentes.



De nuevo el principio de acción-reacción se abre paso para ofrecernos la respuesta del medio, ese mismo día y pocas horas después a través de un editorial. Aquí ya no median periodistas localizados en Cataluña ni ninguno de los tres investigadores. Es la voz oficial de El Mundo la que toma el mando para contestar al político catalán y a su clarificador certificado[4]. El tono del editorial es agresivo y, en ningún momento, pasa por reconocer la posibilidad de incumplimiento del principio decimotercero de los principios de actuación de la FAPE en lo que se refiere al deber de corregir errores difundidos con toda rapidez y mismo despliegue tipográfico (...)

En esta ocasión, el editorial alega cuestiones poco elegantes como el hecho de que (...) no es la primera vez que dirigentes de CIU, que tienen embargada hasta su propia sede por corrupción, desmienten la comisión de irregularidades e interponen querellas contra quienes publican sus asuntos turbios. Ya no basta con que la turbiedad haya desaparecido con la presentación de pruebas por parte de Trías porque, a juicio del diario, su cercanía institucional al caso Pujol lo equipara al mismo en un ejercicio de poca profesionalidad y marcado carácter tendencioso.
A raíz de la polvareda levantada por este desmentido, El Mundo se recubre de flores propias asegurando que es un referente de independencia y de credibilidad.

No será desde estás páginas desde donde se niegue esa afirmación pero sí recordaremos aquella famosa frase del editor del Guardian sobre que los comentarios son libres, pero los hechos sagrados.
También el editorial hace un intento de disolución de las responsabilidades al reconocer que  (...) se ha limitado a informar de que un informe de la Policía documenta posibles irregularidades del alcalde de Barcelona. Como se argumentó anteriormente, esto ni ha sido así, ni la mano que arrojó la piedra estaba limpia de irregularidades periodísticas y despropósitos éticos. Otra vez se utilizan coletillas como “posibles irregularidades” en un texto que destila venganza al utilizar como hechos meras suposiciones: “El problema para Trías es que el prestigio de la clase política en general, y de CIU en particular, está bajo mínimos (...)”

Desde un punto de vista personal y profesional, mi primera acción habría sido doblar las rodillas para poder coger del suelo el resto de trozos de mi propia cara que habrían caído como losas al conocer el certificado de Suiza. En segundo lugar, siguiendo las recomendaciones de la FAPE y de la propia decencia personal, habría pedido disculpas por no haber contrastado la información suficientemente y, sobre todo, por el mal infringido al señor Trías, independientemente de que me cause o no simpatía. En tercer lugar entendería que desde la dirección del diario se me abriera un expediente, no sé si informativo o sancionador, para señalar este grave atentado a la profesión y, de ser reiterado en el futuro, llegaría a comprender que incluso se me despidiera y tuviera que dedicarme a radiar acontecimientos de patios de vecinos con ninguna otra fuente que no fueran los “cuchicheos” de los propios vecinos. En suma, se trata de una secuencia de acontecimientos que ponen sobre la mesa los conocidos argumentos sobre la premura de las publicaciones, la calidad y el valor de las fuentes. Otra vez más quien pierde es la profesión.

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